Aire

Hubo un tiempo que aceptaba sin quejarme las cosas que iban sucediendo a mí alrededor, me tragaba mis sentimientos haciendo una digestión pesada, muy pesada.

Olvidé tantas veces lo que yo quería, mis deseos, inquietudes y anhelos que me olvide de quien era yo y del rumbo hacia donde iba, tenía los bolsillos llenos de una pesada carga, una colección completa de frustraciones, miedos e inseguridades, acalladas por unas tremendas ganas de ser amada.

Cuando ese tiempo pasó, despertó la persona que tenía escondida dentro de mí con muchas ganas de luchar y con esta mezcla de ternura y cabezonería, fui sacando poco a poco el lastre de los bolsillos, las palabras huecas, los gestos dañinos, el dolor y el temor…floreciendo vigorosa mi alegría entre tanta oscuridad.

Pero hay momentos en que las antiguas heridas bostezan, removiendo enérgicamente la razón y tienes que tomar una decisión que te cuesta muchísimo, aún cuando sabes que es lo mejor para ti. En esos instantes tienes que mantenerte firme ante las palabras que son como un golpe fuerte en la mejilla y decir de nuevo no, porque no quieres volver a ser un títere danzando sobre fragmentos de vidrio.